Aprendí a dejarte ir...
Aprendí a darte tu espacio y tu tiempo, demandabas mucho de eso.
Aprendí a dejarte a solas con tu silencio, con tus ruidos, con tus recovecos.
Aprendí a compartir lo que vos querías, aprendí tus gustos y ya me se tus antojos de memoria.
Te deje brillar.
Deje que todos notaran tus atributos y te hicieran grande por cada uno de ellos.
Mientras aprendí, me perdí.
Suena lindo porque rima, pero suena feo cuando lo sentis.
Me perdí en cada uno de tus deseos, me perdí en cada uno de tus sueños, desvivi mi alma y mi cuerpo, canse mi corazón y mi cerebro.
Me dejaste a solas tanto pero tanto tiempo con mi silencio, que un día comprendí de que estaba hecho todo esto, tan solo era una ruina disfrazada de paisaje, un paisaje que los demas admiraban, pero a nosotros nos cansaba pintar, suele no gustarle al autor su propia obra.
Nos envolvimos de angustia, de rutina, de soledad, de gritos, de tristeza, de rencor.
Nos envolvimos de silencio, porque para que decir lo que venimos gritando hace rato, porque repetir siempre la misma canción, porque levantar siempre la misma bandera.
Todo se desgasta, todo se cansa.
No se que habrás aprendido vos de mí, supongo que muchas cosas también. Pero hoy no quiero oírlas, prefiero quedarme con una suposición de lo que será y con una certeza de lo que alguna vez fuimos.
-Denise Arredondo