Hernán Mejía Silva

TORMENTA Y TEMPESTAD

Las gotas de lluvia,

copias binarias de las ráfagas de mar,

lo destruyen todo a su paso,

incluida la edificante soledad.

 

Unas son reflejo de dulzura,

otras son voracidad…

 

Es una desconfiada palabra la que se roba,

con todo y misterio,

aquello que el silencio guarda con celo,

un poco más evocador tal vez…

 

La obsesión va tras la mirada,

mintiendo con guiño de amor,

después de la abrumadora tormenta,

queda flotando, su delicado petricor.

 

Porque la clama llega,

tarde y lóbrega…

 

Inocente penumbra que se alivia,

con un poco de agua

un beso…

y tal vez una flor.

 

La lluvia sigue su cause desolador,

no importa la levedad de los seres,

tampoco importan sus ayeres,

meramente es materia; su esplendor.

 

Por eso es que eres tormenta,

por eso es que eres tempestad, igual que yo.