Voy volando sin aliento,
por el mundo torticero,
liberado por el viento,
sin pinzas del tendedero.
Desolado y descompuesto,
sin el adiós de siamés,
con destino muy incierto,
que no sea cubrir pies.
Humedecido, asustado,
aterricé en un solado,
causado por gravidez.
De vuelta, al cielo mirando,
en la ráfaga pensando
en que a volar, volveré.
José Antonio Artés