He curado mi depresión a base de apapachos y besos,
me abrace tan fuerte que creí que se caerían todos mis huesos,
pero aun mantengo ese día,
mi día, en el que prefiero el sonido del silencio,
me descompongo, me evaporó y miro por dentro,
donde puedo admitir que anhelo como una bebe un padre,
donde soy consciente que fui abusada y me duele cada parte el cuerpo,
donde guardo los impulsos más fuertes, como el casarme,
el único momento en el que me siento sola,
y puedo llorar libremente sin que nadie se atreva a juzgarme,
el día en que abrazo con la palma de mi mano mi vientre,
porque se que he perdido a mi hermoso pequeño,
la oscuridad me rodea curiosa porque ocultó a todos mis propios secretos,
pero no me agobia, no me distrae, no pregunta solo juega con mis cabellos,
y solo ahí con la piel a flor de loto, desnuda y pálida tocando el frío del suelo,
soy libre y solo siento,
mis lágrimas fluyen de mis ojos como la lluvia que no cae en el suelo,
soy mi propio verdugo, mi juez, el jurado,
y a la vez el prisionero,
no juzgo mi vida, no puedo,
pero he aprendido a vivir el día a día, con todo ese dolor que llevo dentro.