Déjame un recuerdo que se transforme en mariposa, para que en cada encuentro, pueda contemplarla,
y luego dejarla ir con el viento,
como un suspiro fugaz que lleva la memoria.
Déjame un adiós que el corazón aún interprete,
como un eco distante que promete un retorno,
una promesa de regreso en los pliegues del tiempo,
donde los anhelos aún encuentran su hogar.
Déjame una canción que tararearé en la quietud,
cuando el silencio me envuelva con su manto,
una melodía que deshace la soledad
y llena el vacío con sus dulces notas.
Déjame una nota escrita con tu mano,
que leeré en momentos de búsqueda y duda,
una inspiración sutil para esculpir versos,
y recordar tu presencia en cada palabra.
Déjame un último beso, un vestigio eterno,
que atesoraré en los pliegues de mi ser,
como un tesoro escondido en el corazón,
que nunca perderá su brillantez en el tiempo.