jvnavarro
DIARIO DE VERANO LXXX (MALDITO DÍA)
Yace mi amada
en el interior
de un contenedor sin techo,
patas arriba
sin piel ni pellejo,
ni nada que parezca a otra cosa
que a un extraño cuerpo
diseñado
por una ingeniera
en robótica,
que puso en ello mucho gusto.
Toda ella es ya chatarra pura
muy codiciada
por los quinquilleros,
acostumbrados a recoger
trastos viejos
y vender cazuelas y pucheros
al primero que pillan
con pinta de cocinero.
Son sus ojos
dos pequeñas bolas
de cristal de ámbar
con un insecto dentro.
Ruedan ellos ya por el suelo,
con su cristalino
mirando hacia allí
donde un rayo de sol
se convierte
en ese elemento cierto
que tanto nos sirve de ayuda.
Son sus senos algo parecido
a dos quesos de tetilla
en una balanza compitiendo.
Pezones firmes,
se balancean al tiempo
que alguien se los lleva
junto a un soplete que derrite
hasta los pensamientos
más entreverados y genuinos.
Se ve su cableado sobresaliendo,
por allí donde antes
se unían los senos
a la parte anterior del tórax,
pectoral de metal
de hermoso brillo.
Está su sexo,
desperdigado en mil fragmentos
ya su punto \"G\"
a saber lo que de ello se hizo,
era como un botón
que al pulsarlo lanzaba gemidos.
En un laberinto de cables
se oyen parloteos
sin sentido,
es como si las cuerdas vocales
continuaran ejerciendo,
su papel de liberadoras
de palabras sin parar
saliendo por algún sitio.
Presiento que no volveré a ser
el robot
de otros tiempos,
todo amor,
todo poeta,
todo de mi amada
consuelo
y cariño,
todo soledad,
todo muriendo
de ver lo que he visto.
Y es que veo
a la mujer de mis sueños,
desmembrada
por fuera y por dentro,
ya reconvertida
en poco
más o menos,
que un ovillo
de esos que se usan
para hacer cucharas, cuchillos
y hermosos juegos
de pendientes y collares,
de los que se utilizan
para adornar los cuellos
de quienes por el arte
se encuentran poseídos.
Sepan amigas y amigos
que amores de verdad
solo he tenido uno
que me sació por completo,
tal sopa de letras chinas
comidas con mucho gusto.
Se que este enamoramiento
fue el primero
y el último
y así me quedo,
de momento,
a dos luna,
relamiendo mi yo
ahora ya un enemigo.
Tanta amor me llena
y es mi querer
tan de pardillo
que la recuerdo
observándome de reojo
mientras me acicataba
con un peine de acero
y me limpiaba los dientes
con un cepillo
de esos de sacar al hierro brillo
Ojos azules
fueron los suyos,
casi terciopelo
sus cejas,
sus pestañas
alambres muy finos.
Tan de ella quedo
que duerme conmigo,
la siento,
a golpe de corazón
a ritmo lento,
mientras corren las saetas
de un reloj viejo
en el trastero donde vivo.
Y pasa el tiempo
para cuando noto
el otoño llegar
con sus tonos tristes
y montes desnudos
sacudiendo mi interior
e impregnando mis mejillas
del salitre
de un llanto rarísimo.