En la ribera del río verde,
Bóreas ulula entre los sauces,
cual monotonía que se pierde,
allende las apartadas luces.
Las aguas de líquida esmeralda,
pasean por el bosque sereno;
las Pegeas que cantan baladas
entre arrobos traen briznas de heno.
Un gran meandro la tierra abraza,
humedece su siembra, la envuelve
con regadíos; la fertiliza,
y en el silencio, Néfele llueve.
Riadas que revierten en espuma,
gotas que brillan como el rocío;
una cadencia fluvial se suma
a la copla antigua de un sembrío.
Fluye amable, guardián de secretos,
silente ojo de treguas y guerras,
en tu cauce, los sueños son cantos
de paz a los que siempre te aferras.
Camino por tu orilla adelante,
con mi zurrón rebosando versos,
que yo escribí para descubrirte
los luceros de mis universos.