Por más que el tiempo cruel nos quiera separar,
en mi memoria guardo nuestro dulce ayer,
pues aunque el mañana nos pretenda olvidar,
el día que fue nuestro, nunca va a perecer.
Serás en mi pecho un eco inmortal,
como un sol escondido tras nubes de dolor,
y aunque el destino quiera sembrar nuestro final,
tendremos ese instante, grabado en su fulgor.
El viento del olvido no lo ha de apagar,
ni el frío del adiós podrá desvanecer,
porque en ese día nos supimos amar,
y en mi alma tu huella será mi amanecer.