Me reconozco.
Sé que soy mi punto débil.
Soy frágil como las hojas que caen en otoño, soy mi propia herida, mi propia causa de llanto. Me reconozco. Sé que necesito de una mano amiga que me acompañe cuando siento que no puedo más, sé que necesito una voz ajena que me diga que todo va a estar bien, cuando yo sienta que no es así. Lo reconozco, soy mi punto débil.
Amo la soledad que me habita, pero a veces le temo, le temo cuando hay demasiado silencio.
Extraño cosas que quizás es tiempo de dejar atrás.
Pero soy mi propio punto débil.
Reconozco cuando no puedo más, pero lo sigo intentando como si fuese el final.
Soy mi propio punto débil, pero sé reconocer cuando debo ser fuerte para que el mundo no intente caminar sobre mí, para que las voces ajenas no intenten ser más fuertes que mi propia voz.
Soy mi propio punto débil, ya no sé dibujar sin salirme de las líneas, ya no sé escribir con un sentido.
-Denise Arredondo