Ya había aprendido a estar solo
Lo he practicado tanto que se volvió mi doctrina
Me he acostumbrado tanto al vacío que cualquier compañía ignoró
Me quedé sentado esperando, viendo corazones unidos a través de una vitrina
No me duelen las cicatrices y la fuerza ya no me falta
No se siente frágil mi corazón pues ya es frío y duro
Al mirar algún interés el pobre ya no se detiene y de alegría salta
Se quedó ciego, incapaz de ver la luz, por haberse acostumbrado al abismo oscuro
Ojos luminicentes han ido en su búsqueda
Ninguno lo ha encontrado y sacado de su escondite
Labios cálidos le han enviado besos que traspasen su cúpula
Pero ninguno de ellos podrá ser capaz de que el frío de la desolación le quite
Distinciones entre amores pasajeros y estables ya no le quedan
Su razón ha quedado tapada por una cortina
Esperanzado está de que voces elocuentes convencerlo puedan
Y por fin logren librarlo del miedo a enamorarse que lo domina