El agua que fluye soberana,
por el resquicio de tu aliento,
esculpe la piedra que ostento
y en preciosa se engalana.
Tú voz como eco se refleja,
en mi árido valle solitario,
cambia a verde mi escenario
un jardín de rosas se asemeja.
Canta como ruiseñor la melodía,
que a la distancia entonaste,
y de alegría me sonrojaste.
Susurran bellos calificativos,
tu boca roja provocativa,
producen efectos adictivos.