jvnavarro
DIARIO DEL OTOÑO DEL AÑO 2024 (I)
Si no estamos
no es porque no queremos,
hay otras cosas que hacer,
hay también falta de interés y apatía,
hay distracciones y estrés.
Es el culpable este otoño que llega.
Hoy a la hora señalada,
14:44, hora peninsular,
se dará el pistoletazo de salida
y morirá el verano,
o no morirá,
quien sabe
lo que puede pasar
para esos instantes,
en que se instalará en nuestra consciencia
la apariencia casi siempre falsa
de que aquello que nos venden
siempre es la verdad que nadie discute.
El otoño en su día
era un motivo de inspiración importante,
pues un ciclo se acababa
y comenzaba otro en el campo,
con la vendimia en su fase final
y otro tipo de productos
que se cultivaban
desde siempre
por mandato de la propia naturaleza,
frutas y verduras,
que si no eran del otoño
no podían ser de ninguna otra estación.
Hoy el otoño con los invernaderos
y con la facilidad de transporte
entre continentes,
solo es una reminiscencia
que queda ahí,
para que la recojan los poetas
y los enamorados
y los hastiados y melancólicos
y los enfermos de los hospitales
y los cuerdos de los manicomios
y escriban algunos,
los que más saben,
postales de todos los tipos,
en las que dejar constancia
de algo que se odia
o de algo que se quiere.
Ya las hojas de los árboles
caen al suelo
de pura vergüenza,
para ser de inmediato retiradas,
pues molestan,
ya no son queridas.
Doy el pésame a este otoño caliente,
en que cincuenta y cuatro guerras
y conflictos,
nos sangran,
y nos dejan al pie
de esos caballos que ya no existen,
pero que aquí se mencionan,
para que se sepa que Troya
cayo herida de muerte
por culpa de un otoño
escrito en alguna parte.
Aunque nadie lo sabe,
ni Erastóstones ni Heródoto
se ponen de acuerdo
y es que a veces las fuentes
son como el agua que corre
y no se detiene
y cuando llega
al mar nadie se pregunta
si estaba fría o caliente.