Antonio Martín

Meter las narices

Meter las narices en guerras ajenas,
dolor de cabeza con frentes abiertos
en campos minados que ofrecen su fuego
a tanto atrevido que busca la gresca.

 

La hartura reluce y empieza la fiesta,
sin miedo al ataque en duros encuentros 
con puños en alto, palabras las menos
y un fuego cruzado que bien se refleja.

 

Después de la furia y el alma vencida,
sentir esa calma sin tanto conflicto,
es tregua en el tiempo cogida con pinzas.

 

Templar la emoción con cierto sentido, 
que la vida es dulce, fugaz y bonita
y una mente en paz, duerme de lo lindo.