Paco Pena

DECÁLOGO DE ADVERTENCIAS

                      EXORDIO
Hay advertencias acuñadas en oro
y otras, como las mías,
que  regalo, generosamente,
porque son de beneficio dudoso.


                            I
La vida me ha enseñado a varazos
que sostenerse exige sacrificios
que no hay goce sin amargura
ni chiripa que dure más que un silbido.

                           II
La victoria casi nunca es del más fuerte
ni tampoco del más inmoral o despiadado,
suele ser fruto de la fé en el esfuerzo
y acaba ornando la sien de los sensatos.

                          III    
La audacia, ejercida con oportunidad,
facilita el camino hacia el éxito,
pero la destemplada y visceral osadia
te arrastra al fracaso o al infierno.

                         IV
Las alabanzas que adornan el triunfo engordan la perecedera fama,
fatua y oronda esbeltez
que se pierde igual que se gana.

                         V
La paciencia, si no se tiene, se aparenta
y si se pierde, buscarla no conviene,
pues con la templanza en horas bajas
las verdades pueden ser muy crueles.

                        VI
Rendir culto a la verdad es zafio
además de chabacano e imprudente.
El ardid de una indulgente mentira
convierte al trolero en gentil caballero.

                       VII
La fidelidad no puede exigirse,
debe ser fruto de la libre voluntad
o prebenda mantenida por interés,
porqué la lealtad se regala o se vende.

                      VIII
Ni el éxito es gratuito
ni el fracaso una mala inversión.
Hay reveses que te alegran la vida
y  triunfos que te llenan de aflicción.

                       IX
Utilidad y estima no deben converger
en el seno de una misma relación.
No soy tu amigo porque me intereses
sino porque te llevo en mi corazón.

                        X
Si el objetivo es alcanzar la felicidad
sólo existen dos estrategias posibles:
Procurarse situaciones placenteras
o evitar, con ahínco, las que no lo son.