Hice fotos sobre lo nuestro y no tuve necesidad de ponerles textos sobre lo que significaban, cada imagen hablaba por sí sola: Sobre un fondo azulado, superpuestos, nuestros cuerpos resaltaban dispuestos en las entregas. No aparecían los besos y las caricias, no hacía falta. Envueltos en una orla que simulaban olas acariciando las orillas, brillaban huellas que nunca se borran.
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Un deseo, tan concreto como un silencio
palmo a palmo, explorando la sustancia,
se va apoderando de mi existencia.
En las orillas de aquellas playas de olas cálidas y doradas, abierto sigue el álbum de mis recuerdos. Perfiles de bellas alboradas, donde están las imágenes grabadas.
Vehemente, febril, encendido, exaltado,
me adentro luego en aquella ensenada
delirio que su concavidad me provoca.
Y nado, nado, hasta quedar sin aliento, en aquellos labios rojos y abiertos. En aquella existencia que nunca se borra: Su imagen, donde mis vidas quedaron varadas.
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Hice un alto en mis cavilaciones, presentí que alguien me miraba, volví la cara y allí estaba él, el destino que barajaba las cartas. No estaba solo, con algo en sus manos, ella, a su lado, me estaba sonriendo.