Lucio Mendez

Matrix poético

Para ser verdugo se necesita formación,

para ser validador de colchones

es preciso un curso previo de descanso práctico,

incluso para hacer movimientos circulares

con la culebra en despedidas de solteras

se precisa un duro aprendizaje

para que no se maree la culebra.

Solo a los poetas se nos ocurre ponernos

a trabajar sin previo adiestramiento,

y como un podenco que al ver un conejo

lo sigue, y lo sigue, y lo sigue,

y cuando cree tenerlo atrapado entre las fauces,

se asombra de ser él la presa

de una metáfora orejuda

mientras el pellejo se le escapa

brincando entre realidades,

nadie debería ponerse a escribir

y menos a leer poesía sin tener puesto el casco,

chaleco reflectante y botas de seguridad.

En este maravilloso Matrix poético,

solo la muerte parece irresoluble

y las estrellas parecen brillar.

Lo demás escapa al imaginario

bioastronómico y el que intente

comprender la razón de su \"porqué\"

y hacer cábalas sobre su \"cómo\",

se verá enjaulado en un bucle

de formas caprichosas

y significados escurridizos.

 

A

no

haber

pan, torta

amasaremos

con manos ajenas.

Si en lugar de un poema,

crees leer un misil dirigido

al objetivo concienzudo, ponte

a cubierto antes de que la paz

se atreva a llevarle la contraria.

Taladrando los grisáceos aires,

raudo llega preñado de muerte

y nadie querrá cortarle las alas.

Subestimar al amor sin sujetarle

primero los cuernos, es parecido

a darle al dolor autorización para

el levantamiento de nuestro cadáver

en autodiligencia a título póstumo.

Debe firmar usted aquí su muerte,

nos apremiará el burócrata antes

de darle un desgarrador pésame

a nuestros acreedores indirectos.

¡Ay! ¡ay! ¡ay! Y ahora a quién

le cobraré la deuda;

Sonará como

Un eco

Aún

Más lastimoso

Que el de la propia viuda

En el tanatorio de la usura muerta.

 

 

 

Para quien crea que está todo escrito,

que no se pierda el próximo capítulo,

donde se cuentan las increíbles

aventuras de Don Quijote

en territorio liliputiense.