Salvador Galindo

Anti mitológica

“Los tiempos de la justicia no son los tiempos de los hombres”

Repetías cual Electra frente al pabellón funerario de su padre

Tu voz de infanta la escucharon todos los vates desterrados

De aquel Olimpo invertido al cual se accede desde el Hades,

Y dentro del cual el Chivato porteño aguarda su regreso.

 

Preñada de mito, te abriste paso a través de la provincia del espíritu

Pretendías que tu voz se hiciera carne, que cobrara su porción de soledad

E hiciste de la poesía tu herida, tu coraza y tu desierto.

 

Voraces las palabras carcomieron su orfandad interior

Y regresaron para arremeter contra los señores del olvido

Tregua maldita en la que solo cobraron la farsa del oráculo.

 

La sangre, al fin, la sangre fue la savia de aquellas muertas

Había que derramarla, así fuera en sacrificio de la causa mundo

La sangre del amante, la rabia de la savia amorosa,

Vuelta hiel en la traición, hecha amarga la sustancia.

 

El tiempo y su sarcasmo hicieron del polvo la tragedia

Ojos devorados, tu rostro era el de la esfinge,

y proclamaste pena, y exclamaste odio, y prometiste utopía

allí donde ya no había nadie, excepto un amor chorreando

chorreando lava por los poros, inundando la palabra de ponzoña

y la media verdad en despojo, para extorsionar al próximo Edipo.