¿Volveré?, no lo sé, perderme en sus calles una y otra vez fue una delicia de dolor a mis pies, fatiga hermosa, dichosa la presencia peruana, perdido, pero laureado, la monstruosa tierra que intenta secuestrar mi alma me susurra \"quédate\", pero yo no podría, en algún milenio perdido mi alma dará una pequeña vuelta avalentonada a la causa de volver a perderme entre calles de piedras en los suelos.
Delicada frontera, besos entre vecinos celestes, pero esta tiene el sol en el corazón de su bandera. Voy a morir en la carne de este verso. Y me moriría aquí en sus regadíos verde prado, casi del tamaño de los celestes cielos. Verde tan grande como celeste; en su bandera está el cielo su bandera es parte de la creación de Dios, su bandera tiene energía divina.
Sus gentes tienen los cabellos del sol, los dientes eran parte de la blancura helada nieve del sur. Los modales eran del mismo tango, el sol se despedía muy tarde, la biodiversidad era de frondosa cabellera.
Así te quiero, la ciudad tenía una actitud que vestía pasión, el cielo riega los hielos secos, y al sur esa lluvia borraba mis lágrimas, ya perdía la vista de su infraestructura de genios migrantes en el viaje, sólo un último respiro en estos Buenos Aires. Dame el abrazo del frío luto como un espíritu que despide a su viudo y que no quiere soltarse pero jamás.
E.C Buenos Aires 2024