He pasado mucho tiempo cuestionando si la decisión que tome fue la correcta, a seis meses de haber terminado esa relación que me hacía sentir confiada, segura, pero que también a la vez me hacía sentir miserable, no digna, que no era una buena mujer, que a lo mejor yo no valía la pena, me di cuenta de que las razones negativas dominaban las positivas.
En lo más profundo de mi ser aún hay un pequeño deseo de querer verte luchar por lo que hubo, pero con cada día que pasa, ese pequeño deseo disminuye. De verdad quería verte luchar, quería que me demostraras que en verdad querías estar conmigo. Anhelaba con todas mis fuerzas que un día llegaras a mi casa dispuesto a quedarte junto a mí y que por más que yo te pidiera que te fueras tú seguirías allí.
Tenía tantos deseos de sentir ese sentimiento de amor intenso, como cuando sentimos que nuestro corazón no cabe en nuestro pecho al ver a esa persona que amamos, que nos sentimos que somos capaz de soportar cualquier cosa para estar junto a él o ella, pero nunca lo sentí. Al darme cuenta de eso me culpo a mí misma, por permitir dejar pasar tanto tiempo y ver que tus promesas con el tiempo se fueron borrando, como cuando se escriben los nombres de dos personas en un árbol, con el pasar del tiempo eso se borra.
De esa manera, lo que me decías, solamente producía un sonido porque nunca se completó en hechos. Pensaba que con ese sonido que provocabas podría guiarme en el sendero, pero solamente me perdí.
Hoy en día aún no he llegado al lugar que tanto desea mi corazón, pero sé que voy en el camino correcto, porque decidí escucharme a mí misma. Al verme sola con mi corazón roto, pero en con paz mental me di cuenta de que no eras para mí. Ya que al demostrarme que solamente respetabas mi decisión, me soltaste.
Así como simplemente te fuiste, porque “respetabas mi decisión” estoy más segura que nunca que desde un principio no eras para mí