Tendido en su lecho, herido de muerte,
El buen don Quijote dice al mundo adiós;
No son sus heridas por lances de sangre,
Que son de amargura y desilusión.
¡Tantos bellos sueños alzaron el vuelo
Ante los envites de la zafiedad,
De mezquina gente de atrofiada mente
Que no comprendieron tu noble ideal!
Y si fuiste loco, aunque fuera un poco,
¿Qué le importa a nadie? También yo lo soy,
Pero es la locura del que lucha y sueña
El hermoso sueño de un mundo mejor.
¡Ea, don Quijote, agarra mi mano!
Penando en tu lecho a tu lado estoy
Y cuando te levantes, cabalguemos juntos
Sobre Rocinante, querido Quijote,
Por siempre los dos.