Ahora mismo ya me siento en paz conmigo mismo.
Ya dejé salir mis lúgubres palabras de mi boca.
Era mi añoranza dejarle ganar a mi suerte y que por fin calmara mi agobiado corazón de tanto sentimiento.
Es escuchar su nombre y estremecerme, a tal punto de pensar en tus pestañas fugaces y recordar su mirada de gitana, tan suave sus manos planetarias y su voz de escarcha que me sucumbe entre los tímpanos.
Yo la quiero, es cierto, pero no te quiero como quiero a ciertas cosas, te quiero como a algo nuevo, como a lo desconocido que no tiene habitad y sabe a sangre.
Quiero el rojo de tus labios, el lunarcito que tienes al lado de tu cabello de angel y en tu cachete dejar mi huella húmeda labial.
Ponerte una corona de rosas, es que sos todo lo que esté porfiado quisiera.
«¿por qué el tiempo no coincide a favor?» yo te espero, cuando Dios me de el preciso momento de seguirte escribiendo una bella historia de amor mi Dalila.