Hoy vi yo un muertito
que de risa se moría
de creer que el era el vivo
y que yo ya me pudria.
Por mucho que le decía
que el muerto no era yo
lo negaba y riendo
con el dedo me apuntó.
Vente conmigo decía
que nada te he de hacer
y enseñando su guadaña
quiso hacerme perecer.
Lanzo la guadaña al viento
muy cerca de mi cabeza
me agache para esquivarla
con muchísima presteza.
Se quedo muy enojado
dejando ya de reír
y metiéndose en su tumba
no pudo verme partir.
Al voltear para irme,
un fúnebre coche pasó
y sin poderlo evitar
el coche me atropelló.
En mi ultimo suspiro
junto a mi se apareció
el muerto de la guadaña
y de nuevo se rió.
Ángel Reyes