En un rincón olvidado de mi memoria
guardo los ecos de una amor olvidado,
un amor de sensaciones que aun me hacen temblar
cuando evoco su sonrisa, un aura de misterio
recorre mis sentimientos envolviéndolos de anhelo.
Las noches pasaban lentas envueltas en desvelos
entre penumbras y haces de luces crepitando destellos
de estrellas fugaces, mi mano atrapa el lapicero
y en mi libreta se plasman esos sentimientos
que revolotean con las mariposas en mis adentros
entre margaritas de colores.
Siempre pensé que no sería capaz de enamorarme
y plasmarlo en versos, pero la poesía había entrado en mi
a recorrer mi sistema sanguíneo hasta llegar a la última neurona,
no sabría explicar cómo se transportaba tanto anhelo
hacia una flor y su perfume.
Había fuego en mi interior que helaba
mi médula, la poesía que brotaba de mis versos
corría como un manantial inagotable de sintagmas,
no tenían sentidos los verbos, los adjetivos, los complementos,
las oraciones carecían de sujeto, yo no me encontraba
a mí mismo, me sentía evaporado en pozo seco,
no tenía sentido, pero tenía la fuerza de una inquietud
por enamorar a la flor de mis anhelos,
mis anhelos crecían con cada sueño,
todo parecía vibrar en mis entrañas, desbordaba sentimientos
donde expresar un torrente de emociones,
pero aquella sensación de alborozo, de euforia repentina
hervía en un hervidero de silencio
y todo giraba en torno a un caleidoscopio
que emborronaba las iris de mis anhelos,
y todo enfocado en la búsqueda de un encuentro
en el azar incierto.
Lancé los dados de Hathor para que el azar devolviera
mi suerte y en mis paseos me cruzara con la flor de mis anhelos,
pero siempre veo su ventana cerrada.
Esta tarde he estado observando como las hojas
de los álamos volar, como ese amor que no puede borrarse
sigue vivo en mis versos, versos que salen
de un volcán de erupción infinita.
Y entre la resignación y la melancolía vivo sin el amor
que yo quería, mientras mis lágrimas surcan mi rostro
camino de un oscuro callejón sin salida.
El amor nacido en este volcán seguirá inquebrantable
en mis entrañas, como un faro frente a las tempestades,
guiando mi corazón hacia un acantilado lleno de rocas cortantes.
En esta costosa costa infranqueable ruinas halladas
de los resto de una navío inmortal.
Sonoras olas que en su lentitud empujan
la espuma sobre las rocas quebradas
de aquel jardín de algas de brillo esmeralda.
Gaviotas, Albatros, Gorriones marinos
palpitan en el venturoso cálido océano.
Venturoso, puro, tuyo, suyo y mío,
busco y rebusco entre restos de un pecio
que naufragó en aguas quebradas.
Toca la ocarina las aguas mansas saladas
cándidas baladas atrayendo a las orcas,
ahogando los vicios de seguir vivos
en estos mares perecederos.
No hay olas en la pleamar de la aurora,
el empuje de la marea emboca la ría con algas de roca.
Vuela ave, vuela, al horizonte que te espera
con las alas abiertas,
vuela como tú sabes, rompiendo el sonido del silencio
del alma, atravesando el espejo azul,
recorriendo los álamos salvajes,
deja de soñar despierto,
acércate a los cirros con un pentagrama en el pico,
que todo sepan que vuelas sin alas tocando el trompón.
Do, re, pon, pon.
Clave de sol
Mi, fa se clava en el sol
Escucha como sale el sol por tu ventana
a saludarte con su pentagrama,
escucha las motas de polvo espolvorear las notas
de un son libre de soñar.
Todos mis libros de soñar quietos
como rocas en su estantería están.
Plañideras en una playa polar
Escuchan el latido de mi lapicero zumbar
Escriben el verso que nunca imaginaste pensar,
Esos que no tienen sílabas tónicas, ni riman en par.
Ya no quedan lágrimas donde emborronar
aquellas palabras que había que silenciar,
garabatos arabescos para un sueño que acontece abandonar.
Volver al lecho de ramas cortadas
por oníricos versos acostumbrados a descansar
en su turbio pasado.
Hoy escribo al pasado, mañana al presente y en el futuro
buscaré las pruebas de mis sombras grabadas
en mi piel, cicatrices de duendes, poros sin cubrir
por desbandadas de lunares, restos alienados
con las células muertas de errores, todo
el universo de temores de dudosa
imaginación impregnan mi espalda
tatuada de sinsabores y sin colores para colorear
los lunares, todo lo que el espejo me deja ver
cuando mis ojos se humedecen.
¿Hay algún sicoanalista argentino en mi alcoba
que pueda decirme si mi inconsciente
esta grabado en mi piel?
Bajo la pleura tengo la plata para pagar
la factura del psicoanálisis si con eso consigo
la prueba de mi locura para que me recete un nuevo amor.
Esta noche he descubierto que bajo mi nervio
óptico están los fotogramas que nunca
revelé, están cubierto de ácido acuoso
para su conservación, todos tienen el rostro
de una flor que se convierte en dama
de honor en mi jardín interior.
Todo organizado en sonoros versos de arte mayor,
muy íntimos y melancólicos.
Paranomasias y aliteraciones vendrán con nubes
y naves a colorear la furia feroz del anhelo interior.