Paco Pena

TIRRIAS Y CELOS

Desde que empecé a conocerme,
hace ya una abundante sarta de años,
para bien o para mal,
nunca he ejercido desde el anonimato,
aunque pulular por la vida de incógnito
ofrece, hoy,  más ventajas que trastornos
y más si consideramos que la envidia
es el espejo oscuro que siembra el odio.

Añorar las virtudes ajenas, desear lo que otros poseen,
admirar sus habilidades y genio,
puede ser la más vigorosa motivación
para escalar con esfuerzo hacía el éxito,
siempre que estas aspiraciones
no vayan acompañadas de inquina,
hasta el punto de considerar a un virtuoso
responsable de nuestros agobios.

Claro esta que en esta sociedad,
cada día más desposeída de valores,
la sana admiración anda en palpable retroceso,
frente a la mendaz pelusa
que no deja de sumar adeptos,
razones estas, sobradas, para pasar de puntillas
y no ir sacando pecho por unos triunfos
que pueden ser el mejor cebo para tirrias y celos.