Escribo para olvidarte
pero no puedo obviar la evidente contradicción
de tu recuerdo sobre estas palabras
Mantengo, en cambio, la tinta de nuestra última correspondencia
fresca entre los dedos, hasta cierto punto opaca
como si fuese la mancha del último polvo
A ver si de esa forma permito que lo nuestro,
incluyendo sus secretos y omisiones
se desvanezca para siempre
junto con la brisa de una noche de verano
y la ropa a mal traer después de una travesía.
Siento que ellas debiesen ser precisamente
como la brisa de una noche de verano
frescas y volátiles, un poco de aire para olvidar
que el tiempo y sus temporeros se derriten
y juegan a abrazar la vida
como si fuese lo único bajo el sol.
Y así es como esas ausencias fantasmales representan un triunfo
Y así es como preferimos seguir el juego de la mentira
por pura pasión, porque la verdad sería un balde de agua fría
Y así es como cada encuentro
lleva en si mismo el germen de su ruptura
Y es de esa forma que al final del día
nos encontramos crudos,
autoconvencidos de nuestros pensamientos
pero más solos que de costumbre.
Digo que escribo para olvidarte,
pero a fuerza de seguir acabaría recordándolo todo
quizá porque resulta demasiado fácil
por pura obsesión y redundancia
Quizá porque muy en el fondo
es lo único que queremos
Pero ya ves que entre un pedazo de hoja en blanco
y la sábana todavía deshecha de aquella noche
no hay mucha diferencia
excepto quizá lo que no se dijo
y lo que nunca ocurrió: el amor
el amor a nuestras propias palabras
y su oscuro fluido.