el brujo de letziaga

Te acariciaba...

Te acariciaba ...
mientras danzarina me excitabas
bajo una fina y tibia lluvia
que nos empapaba,
 
sumergidos ambos ...
en un chorretón de moja y moja
que bajo la sugerente ducha
nos calentaba,
 
rodeados de vapores y humedades
y llenos de tentaciones,
entre la porcelana de tres paredes
y la espuma de los jabones,
 
con tus infinitos arroyos
que se convertían en abra y delta
al desembocar en el océano intricado
de tu sexo humedecido,
 
con las dobles curvas de tus senos
y los ángulos de tus caderas
que alimentaban mis ideas, y todo mi exceso
en el rito lascivo de los deseos,
 
y aplastaba tus labios contra los míos,
más las yemas de mis dedos
resbalaban con premura
desde el cuello hasta tu cintura,
 
con tus pechos montados en lo terso
de labio y beso
con un puerto en cada glúteo
y muslos redondos como mástiles de velero,
 
y con la brújula de este marinero
que se estremecía sobre tu luna rosa
ya sin freno ni pausa
totalmente entregado a la causa.