Mi bello despertar, mi bello desayuno,
tus besos que saben a miel,
hermosa mirada que estremece mi palpitación,
tu pelo que cae como las cataratas del paraíso.
Bella es tu natural forma de ser feliz,
tu forma de ser que alegra mi vida.
Eres hermosa, preciosa, bellísima;
nadie te iguala ni te igualará.
Corazón, nunca dejaré de amarte
hasta que seamos viejitos, longevos de sonrisa y amor.
Te protegeré hasta la eternidad,
dulce mujer amada mía.
Eres mi fuego en las cenizas;
tus labios son un placer inculpable.
Los deseo hoy, ahora, mañana y siempre.
Eres una flor de aroma precioso,
eres el amor en persona.
Te tuve ayer, hoy y en la eternidad;
agradezco por tenerte entre las líneas de esta poesía.