Amiga extraña; mi voz no te sostiene, tienes en tus ojos el color del universo, pues, al mirarme creas en mí un universo más pequeño que el tuyo, con galaxias, con otros mundos, con historias, personas, incluso otro Jesucristo y otra biblia.
Amiga extraña; tus ojos al norte fueron mi vida y al sur tus labios mi luto. Mi pensamiento de irá quebró una galaxia, esas que tú creas en tu recreo, es que no te tengo, no te tengo, y no sé si te tendré.
Amiga extraña; el aire conduce suavemente a mi alma que busca la cima de tus labios, te sueño en mis versos un vestido blanco, sus gestos hacían eco en mi memoria.
Amiga extraña; tu cintura curvó al mundo, de tu voz nació el cielo, mi fantasma llorará tu muerte un día lejano, mis ojos anhelan volver a recorrer tu rostro, por eso acorazo una plegaria, que me manden a nacer como tu hijo, solo por verte el pecho y sentirlo. Cada vez que muera volveré a tu vida como tú hijo, en otras vidas seré tu padre, en otras tu novio o amante; pero en todas cómo relámpago que golpea a la tierra veloz en tambores de guerra yo volveré.