Raiza N. Jiménez E.

A mi Abuela.-

Encantadora, risueña y amable, era mi abuela.

Todos mis amigos la elogiaban y hacían su día.

Su dolorosa ausencia dejo en mi alma secuelas.

Vernos felices quería, y a todos nos consentían.

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Al evocar, llega el llanto y, ya nadie nos consuela.

Muchas expresiones de mi vida, me la recuerdan.

Ella me vestía y me peinaba, para ir a mi escuela.

Ciertos hábitos en mí hacer, con ella, concuerdan.

***-***

Los domingos, eran para mí de terror, por la misa.

Nadie se podía escapar de esa tortuosa  obligación.

Decía mi nombre y agregaba: No eres nada sumisa.

¡Abuela¡ Por favor, vamos más tarde a la comunión.

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¡Callaba, pero iba recogiendo, el desorden a su paso.

Yo viví el amor de abuela Petra, aunque, era un caso.