W. Eulen Kard

Senescencia

Las horas van cayendo lentamente
como las hojas de los maples en otoño
y sacudidas por el torso esquelético
del péndulo
que no mengua su danza transitiva
sobre la espina dorsal de la existencia.

Unos temblorosos pasos senescentes
protestan engreídos ante el tiempo
sin más respuesta
que la vacuidad que los engulle
en la insurrecta partitura de los réquiem.

Los ojos cansados, ingrávidos
levitan sobre horizontes cimarrones
como añorando los tiempos pubescentes
de peonza o de rayuela.
Todo es tan fugaz cual sueño de alba
y los pasos pesan en su andar hacia el ocaso.