Moldearé con bigudis mis rarezas cotidianas,
ser normal me subleva y empalaga,
el orden un ardid de mentes planas
para rebaños con bocas adiestradas.
Las reglas son batutas para ideas desafinadas,
la locura fresco bálsamo para uniformes de hojalata,
remedio para costumbres que nos atan
a perfiles que limitan nuestras almas.
Cuando la sinrazón se desata
y todo el mundo esta ido, loco, como una cabra,
ser cuerdo es una locura,
una excepción que nos marca.
Si las vergüenzas te asedian
y no soportas las injusticias,
perder el juicio es una dispensa
que nos permite soportar
la crueldad de estas ofensas.
La locura también puede ser una pausa,
un oasis en una sociedad aburrida y pazgüata,
una canita al aire de la conducta
que nos libera de la rutina diaria.
Infantes y piraos siempre dicen la verdad,
todos nacemos chalados, sin maldad,
pero solo unos pocos
a lo largo de toda su vida,
con sus majaderías
blindan su inocencia hasta el final.
Y siempre la misma cuestión,
el dilema que la vida no me ha sabido contestar :
¿Estoy loco yo o están locos los demás ?.