José Luis Barrientos León

Heme aquí

 

Heme aquí, dispuesto a la sorpresa,

a contemplar el color de tus ojos,

como faro luminoso entre mis sombras,

en esta sensación apacible,

de advertir tu cuerpo a la distancia,

coaccionando a la oscuridad de la noche,

con la ingenuidad de tus párpados,

violentando el firmamento,

con tu rostro constelado,

que transforma el cielo, 

en la encarnación del amor y deseo.

 

Entreabro la ventana,

apenas para que ingrese el canto del crepúsculo,

y mi latido sea saciado y libre,

y tu mirada ilumine mi figura sin filtros y sin telas,

y mi sangre mutile los silencios con el susurro de un beso,

y tu rostro impecable apacigüe mi alma,

cuando tu mejilla de ángel se posa sobre mi pecho.

 

Heme aquí, absorto entre penumbras,

tejiendo con las sombras un lecho de ingenuas locuras,

mezclando con los sueños, anhelos y deseos,

convirtiendo nuestras manos en afónicas caricias,

sin el obstáculo del cuerpo,

sin la necedad de nuestros nombres.