Te quise arreglar y el corazón se me rompió como una copa que cae por accidente al chocarla.
Te escuché y comenté mis tormentas, pero terminaste siendo los rayos y truenos que la agravan.
Te dedique tiempo en aquellos días desolados, en los cuales sentías que no aguantabas más, pero tú siempre tan egoísta.
Tal vez faltó dar más, nunca sabré que pasó porque de tanto intentar entenderte terminé acarreando el peso y confundiéndome en el proceso.
Te sacaba sonrisas, pero las mías desaparecían.
Logré secarte las lágrimas, pero no las mías.
Tal desgracia se terminó convirtiendo en la mía.
Pinto Celia.