Anverso

Lejano

 

Huye hacía el sin destino

de la estancia perdida,

que le arranca de su tierra

y le empuja hacia el jardín

caluroso de un cuerpo lejano.

 

Caminante de pasos inseguros,

que recorre senderos insólitos;

en perpetua y solitaria esperanza,

revestida de coraje, de necesidad,

de pupila dilatada, de iris umbrío,

de mirar imperturbable y húmedo,

de clarividencia ciega e insondable.

 

Fijo en el ocaso, de ese Sol moribundo

tiñe su cobardía de púrpura,

en tanto sus sueños se fugan en gris.

 

Como pensar o creer en un destino

que no sea la entrega absoluta

a la epifanía de su dura alegría

matizada de un azul rey de dolor.