Me gusta pensar en el pasado
como un lugar cercano,
procurando su proximidad
(sin mucha distancia en el tiempo).
Prolongar en mi memoria
el rostro y el fuego del transeúnte que
concurrió en mi paso de viajero extraviado.
Ver otra vez dos caras,
la del extraño y la de amigo;
poder mirarle fiel desde un presente
que apremia con recuerdos.
Formular una pregunta sin respuesta
como excusa,
del por qué fuimos convocados
a la misma hora y lugar
y así cuestionar eso que llaman
los designios de Dios
sobre esta existencia atravesada;
o quizá otorgarle
su merecido sentido místico.
Debo andar nuevos caminos
con esta intuición inoportuna de conocer
el alimento futuro de mi recuerdo,
como hurgando una memoria
que todavía no es.
¿Cómo explicar este siniestro
augurio al que me aferro?
¿Quién soy entonces?
Debo regresar a los pasos dados
con esta inadecuada certeza de saber lo pasado;
recorrer otra vez los senderos
y dibujar algunos nuevos.
¡Ver lo que estaba oculto,
volver a ver lo visto!
Managua, 17 de abril de 2024.