jvnavarro
DIARIO DEL OTOÑO V (LA NADA)
Una esperanza, caída,
una luz que se veía
y que ahora se apaga.
Un paisaje que no cambia.
Los hábitos nos hacen
más de más
parte de aquello
con que nos despertamos
por las mañanas.
El café servido,
el querer en una taza,
y pasa a las tantas,
un soplo de noche de esos
que nos traslada,
a la análoga hora
de todas las semanas,
va vestido de negro,
color que solo se aprecia
para cuando ya nada
la atención nos llama.
Y volvemos a las andadas.
A sentarnos
en la misma mesa,
allí donde la comida
no nos falla
y hacemos lo corriente,
le damos cuerda
al reloj de siempre,
ese que guardamos en una caja
y lo hacemos
para que no se oxide la maquinaria.
No es difícil entender
que es lo que pasa,
y es que es fácil
no hacer nada
para cuando la luz se apaga.
Fueron fabricadas las noches
con pequeños trozos
de ese negror que solo se gana
si nos ilumina una extraña lámpara.
Bien cierto es
que ella con su color nos engaña.