Un lector apasionado,
abrió \"Cien años de soledad\" una tarde tranquila.
Sin previo aviso, las palabras lo absorbieron,
y se encontró en Macondo,
atrapado en el relato mágico de los Buendía.
Vivió las hazañas y las tragedias
como un espectador invisible.
Intentó advertirles,
cambiar el curso de la historia,
pero era impotente.
El tiempo pasó en Macondo,
y envejeció junto a la familia Buendía.
Cuando el último de los Buendía murió,
volvió al mundo real, agotado y envejecido.
La novela en sus manos ya no era la misma,
pero él había sido parte de la historia