Emilio Barrios

Rumbo al cementerio

Soy un pordiosero que transita bajo el aguacero buscando un lugar para descansar con el corazón libre ya de odio y resentimiento.

 

Ya no me hace falta un reloj, ni echarle un vistazo a la hora, lo de hacerse tarde ya no es prescindible, queda en otro plano ahora, no preciso carro, casa ni dinero, con calma voy marchando por este siniestro sendero.

 

Voy andando por este raro y funesto paisaje, donde no veo plantas ni volar aves, cabalgo mi caballo imaginario bajo las estrellas y la luna curiosamente observando la larga columna, no tengo destino, dirección ni sentido alguna.

 

Frente a mi un par de colinas y camino, me siento de tanto en tanto a descansar sobre alguna piedra al costado de la ruta, pensando en como la vida se me fue haciendo cada vez más dura, pero nada perdura.

 

Mi caballo tiene sed y anda hambriento de pastura, su bebida es el aire y la brisa masticando va con su dentadura, al andar a oscuras y sin prisa de vez en cuando un coyote se cruza mirando con esos ojos que en la oscuridad brillan.

 

No se a donde voy a llegar creo que a ninguna parte, lo que experimenta el cuerpo es una especie de calmante en este absurdo viaje, no llevo maletas ni equipaje a donde quiero llegar no tiene nombres ni señales.

 

No se trata de ser cobarde, es que cuando llega la hora llega en un instante, voy por la vida en tono medio negro misterio, todos caminaremos algún día así como yo rumbo al cementerio.