Salvador Galindo

Tú, la Conspiración

¿Quién te trajo? ¿Qué impulso misterioso

Te arrojó a mi camino? ¿Qué potencia

Infernal te mostró mi obscura vida

Y te dijo: Ahí está, tómala y hiérela?

 

Implacable, Amado Nervo.

 

  Las palabras se hacen vanas para describirte:

Arpía, víbora, fiera, medusa

criatura de bolsillo, diabla abierta en una caja.

La enemiga pública número uno

Sin duda, siempre fuiste tú

Vaciando la sangre de mi corazón con una jeringa

Escupiendo mi rostro invisibilizado

Inoculando el odio entre las masas

Al ritmo vertiginoso de la calumnia.

 

No te asustes si encuentras palabras en llamas

Para luego presumirte inocente

Sabes que todavía sigo siendo el mismo tonto,

muy tonto para ser cómplice de tus silencios, ahora

muy tonto para endulzar el cebo del encanto ,

muy tonto para sacarte del agujero interior.

 

Todavía no está todo dicho

Todavía no está todo hecho

Nada todavía es lo suficientemente verdad

Y todo puede ser lo suficientemente engañoso

Ante tu presencia.

 

Tus días están contados.

Cada mentira que lames con tu lasciva lengua

se vuelve otro miembro de etiqueta en tu habitación,

pero tú de todas formas

lo quieres fresco, entero, radiante,

cuando ya lo has tomado con tus ásperas uñas,

así que, anda, llama a tu familia y amigos,

que corra la voz, que se haga noticia

que corra el manantial de la posverdad

que hagan gárgaras con la poesía del mañana

porque tú misma le has puesto hora a la condena.

 

Y hablemos luego de la justicia

¿De qué hablamos cuando hablamos de la justicia?

Nada más que pulsión de muerte

Y tú la sigues invocando tan bien

la sigues fingiendo tan bien entre tus labios de poeta

la sientes fresca, muy fresca todavía

tanto como la hiel que embadurna tu relato

tu narrativa pendenciera y redundante

corriendo a la velocidad del pensamiento

y tropezando a la regresión del espíritu.

 

Ahora será mejor que no mires hacia atrás,

Porque has conseguido castrarme la voz,

Pero, en cambio, te has encerrado en la afonía de la ilusión.

Has conseguido contaminar de sombra tu propio mundo

haciendo de mí un chivo expiatorio

y de tu miseria y de tu herida una obra maestra

pero no podrás sostenerla por mucho tiempo

porque la rueda seguirá girando

porque el estallido seguirá arrojando esquirlas

como metáfora de una ruptura

de un quiebre institucional del orden

de una trama de pánico, desengaño y disolución.

 

En mi corazón ya no hay patria que defender

En el tuyo, solo habita la bilis y el caos.

 

Todavía no está todo dicho

Todavía no está todo hecho

Nada todavía es lo suficientemente bueno

Y todo puede ser lo suficientemente retorcido

Ante tu presencia.

 

La única conspiración posible

La única, a prueba de hechos y certezas

Siempre fue la que urdiste

Tras la barricada de la infamia

Con palabras del todo vanas

Llenas de sofisma, dolor y veneno.

¿Y dónde quedaron los versos que te debía?

En el asfalto, confundidos con la violencia de la noche

Esa noche oscura del alma

En que solo restan los golpes y las llagas,

Y los versos que nunca te escribí

esparcidos como sangre en el pavimento.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de la justicia?

Lo debes saber mejor que nadie:

nada más que pulsión de muerte.