Ricardo Castillo.

Manchas de fatiga

Estoy cansado.  
Pero, ¿de qué precisamente?  

De los acontecimientos cotidianos  
que hemos aprendido a normalizar;  
de doctrinas esparcidas por doquier  
como niebla invernal en la montaña  
impidiendo a los hombres su visión;  

de tiránicos regímenes  
en cuya arena marcial habita la muerte;  
del triunfo de ayer convertido en derrota;  

de este contratiempo atrapado en un círculo infatigable;  
del levógiro giro inherente en nuestro ritmo  
contra el ímpetu del tiempo;  
de nuestra existencia inevitablemente atravesada,  
incidiendo una con la otra;  

de la erudición con la que se construyen los adagios,  
porque nos mienten  
y premian con la sumisión;  

del pesimismo con el que me deconstruyo  
para regresar al mismo lugar;  

de la injusticia y la indiferencia  
encerradas en una oscura habitación,  
lo mismo que la reclusión en las oficinas,  
los colegios y las fábricas;  

del «establishment» que se erige  
por sobre el hambre y la mentira;  
de los adversarios de la derrota  
convertidos en tutores del éxito.  

Al fin y al cabo,  
cansado de todo lo que afirma;  
del reloj, las jaulas, el círculo.  

Lima 20 de febrero de 2024