Estoy cansado.
Pero, ¿de qué precisamente?
De los acontecimientos cotidianos
que hemos aprendido a normalizar;
de doctrinas esparcidas por doquier
como niebla invernal en la montaña
impidiendo a los hombres su visión;
de tiránicos regímenes
en cuya arena marcial habita la muerte;
del triunfo de ayer convertido en derrota;
de este contratiempo atrapado en un círculo infatigable;
del levógiro giro inherente en nuestro ritmo
contra el ímpetu del tiempo;
de nuestra existencia inevitablemente atravesada,
incidiendo una con la otra;
de la erudición con la que se construyen los adagios,
porque nos mienten
y premian con la sumisión;
del pesimismo con el que me deconstruyo
para regresar al mismo lugar;
de la injusticia y la indiferencia
encerradas en una oscura habitación,
lo mismo que la reclusión en las oficinas,
los colegios y las fábricas;
del «establishment» que se erige
por sobre el hambre y la mentira;
de los adversarios de la derrota
convertidos en tutores del éxito.
Al fin y al cabo,
cansado de todo lo que afirma;
del reloj, las jaulas, el círculo.
Lima 20 de febrero de 2024