LOS PRIMEROS BAILES
Dar un paso adelante
hacia lo nuevo e insólito,
aquello que despierta
una inclinación desconocida,
que brota en ti, adentro, de repente,
y ya quieres dar los primeros pasos,
aventurarte, ser feliz a tu manera.
Cuando estás a punto de salir de casa
en dirección a los primeros bailes,
de acercarte a la esencia de la mujer
o, viceversa, al perfume del hombre,
y vas subiendo los escalones
pues el salón está en alto
y no en la primera planta,
y allí te encuentras sobre todo a una persona,
que puede ser una chica rubia,
alta y un poco ya despampanante,
con su vestido blanco, y repasas entonces
su aroma, que ha quedado prendido
a ti como un lazo de tacto suave
y tirante apenas,
aunque de la misma manera indestructible,
un esbozo de lazo de hierro.
Y el salón de baile es muy amplio
y coqueto a mitad de la tarde.
Gaspar Jover Polo