Abro los ojos y te pienso. Acelerada, busco unos buenos días que ahora solo viven en el pasado y siento el peso de tu ausencia. Me hago diminuta ante la idea de haberte perdido a ti y a lo que pudimos ser.
Tomo el primer sorbo de café y recuerdo el color de tus ojos, tus pecas que se te esparcen por la piel como estrellas en el cielo y tus labios dulces como mi café. Me estremezco al recordar tus besos, tus manos sobre mi piel, tus sonrisas indiscretas, tu voz que aún suelo escuchar susurrando un te amo. Exhalo con fuerza y me quiebro al notar que solo me quedan tus recuerdos y ahora vivimos en una nueva realidad. Una en la que tu voz solo se escucha en mis sueños y no nos une nada más que un pequeño hilo de recuerdos mientras nos ahogamos en distancia y en silencio. Una en la que tú buscas alivio en otros besos y yo escribo de lo que fuimos, mientras no somos.