Mirando sus ojos
igual que luceros
se encienden deseos
intensos y cósmicos.
Ardientes y mórbidos
sus labios de fuego
inspiran anhelos
de sensuales ósculos.
Pasión sin retorno
despiertan sus senos,
poniendo de hinojos
del alma su sueño;
que busca el cerrojo
de sus sortilegios.
Autor: Aníbal Rodríguez.