EL QUETZAL EN VUELO

UNA CITA SIN CITA, EN LA TARDE LLUVIOSA

Con nadie he visto la tarde como lo hice contigo. Un beso no es solo el acercamiento de los labios, sino la entrega total de dos seres envueltos en pasión, ansia y mucho amor. La tarde nos acerca a la noche y mi cama te llama con poemas y canciones, la penumbra quiere desaparecer con la luz de tu cuerpo y penetrar mis oscuridades.

 

El café, donde sea que se tome, si no tengo frente a mis ojos tus ojos, me sabe a un vaso de vinagre y su forma de endulzarlo parece veneno para todo vestigio de amor. Platicar contigo hasta del clima, parecía una charla romántica que me hacía, perderme en el interés de mis ojos por penetrar en los tuyos y explorar tu alma.

 

Quizá mi más grande error fue ser para ti, como un libro inédito que abrí a tus ojos desde la primera página hasta las pastas. No quise guardarme nada, quería que lo supera todo, que entraras por todos los rincones de mi alma y desenredaras e iluminaras, para esa vida oscura, buscando el equilibrio entre la libertad la soledad.

 

Esta tarde de lluvia veraniega, estoy sentado en el mismo lugar donde tomamos el penúltimo café, con mi botarga de profesor universitario, que dicen mis amigas que no me hacen pasar desapercibido entre cierto tipo de mujeres que asisten a esos lugares …  Afuera la lluvia cae, las damas de la mesa de enfrente parecen coquetas.

 

Sé que no tenemos una cita, que no quedamos en vernos, pero estoy esperando que traspases la puerta y llegues como siempre lo hacías las otras veces. Por si acaso lleve un clavel y un chocolate, puede que te guste, como otras veces, No llegaste y se los deje a las damas, en la mesa de enfrente, encima de su libro de Milán Kundera.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO