Salvador Galindo

Puede besar a la novia

Extrañas pinceladas de belleza

decoran un cielo privado

Se articulan las estrellas de moda

con lenguaje de ángeles.

 

Una turba de santos anónimos

reclaman uno por uno

el bendito líquido de tus venas

y procuras aparecer

como el genio de la virtud

el señor de la personalidad

mientras consigues instalar

cada una de las piezas de este sueño

a medias entre génesis/ocaso.

 

Acaso las ilusiones del romanticismo

te inducen a un suicidio heroico

o mucho mejor, a un aterrizaje forzoso, sin paracaídas

sin agujeros ni brazos femeninos

sin necesidad de penitencia ni expiaciones.

Acaso las cosas resultan redundantes en su verbalización

o abruptas como el necio choque de miradas

tan próximas en su distancia

o mejor aún, demasiado sagradas, demasiado sucias

para su revelación,

su legítima contingencia, constantemente

en el vacío del vientre

cautivo, realmente real.

 

Aquellos ángeles se destiñen poco a poco

se desmoronan sus promesas y cumplidos

se reabren las puertas de nuestro cielo privado

de nuestra cantina estelar.

se vacían las mentes en su envase cerebral

las luces reencuentran su noche blanca

la sangre vuelve a la herida y al corazón.

las cosas vuelven a su virginidad primigenia.

 

Con o sin la virtud

has de ser invocado, en carne o verbo

desde el vacío de lo puro

cada vez que las cosas persistan tautológicas

en su inexorable dibujo o escritura.

 

Y como todo fruto

ha de corromperse desde la semilla

y toda semilla es su propio fruto corrupto

Ahora sí, con pleno amor, puede besar a la novia.