Me arden los huesos,
me duele como si cayera
a un precipicio lleno
de voces malevas.
No guardo rencor,
ni me hastía la impaciencia
pero es que la soledad
me hace llorar
y no quiero aparentar
un buen actuar.
Ya no sé ni qué pensar
si me quieres
o es por necesidad que me
abrazas al despertar.