Lo que miran mis ojos,
donde se miden los hombres,
los muertos caminan
sobre el barro de cenizas
que custodia la memoria.
En las aguas rojas
de los ríos líquidos
retumba la sangre
y el monte se tiñe de ausencias.
Esta soledad en la noche,
dormir con un adiós,
levantarse con un suspiro.
Arrecian los vientos
por un ideal.
Es dura la serranía
cuando la nieve acecha,
camina el maquis,
pasos de hambre,
huesos helados,
ladra la jauría.
Despedazada la coraza,
morimos para perder
la esperanza que aún vivía
después de aquella guerra perdida.