Estamos en una guerra intelectual,
pujando por una generación completa.
La franja etaria que va desde los dieciocho
hasta apenas pasados los treinta.
La fuerza laboral de la próximas décadas,
que de seguir los preceptos neoliberales
(del gobierno de esta murga organizada)
cuando lleguen a viejos, no tendrán nada.
Ni bienes ni jubilación, ni oficio ni profesión.
Serán apenas cuerpos sueltos y almas atadas.
No serán libres, como piensan, la mayoría,
sino pertenencia de la eterna minoría.
Todo ese discurso de la libertad de mercado
no incluye en sus cuentas al ser humano.
Siglos peleando para dejar de ser números,
borrados por los delirios de unos brutos inmundos.
Estamos obligados a defenderlos, los poetas;
con canciones, ensayos, poemas; letras y letras.
Todo lo que se pueda hacer como trincheras,
será nuestro aporte en esta guerra.
Denuncio en estos versos a los falsos profetas,
que sirven al Dios mercado y su pila de osamentas.
Bufones, repetidores, mercachifles, marionetas;
vacíos de espíritu y llenos de cuentas.
Cuídense de caer en sus trampas;
revisen la historia que allí está el futuro.
Son la nueva esclavitud, con elegante discurso, y
nuestros hijos los esclavos que construirán el muro.
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