Maxi AristarĂ¡n

El viejo porfiado

En el viejo porfiado, el campo vibraba,  
un hombre de tierra, su alma cantaba.  
Con manos callosas, sembró su pasión,  
el sol de la vida, su única razón.  

Amante del suelo, de cielos y valles,  
con risas y cuentos, forjaba sus mares.  
Mas sombras vinieron, con rostros de niebla,  
el Alzheimer llegó, su mente se quiebra.  

El pueblo lo abrazó, pero el dolor no cesó,  
un diagnóstico cruel, el cáncer llegó.  
En un lecho de angustia, su espíritu luchó,  
pero el trato oscuro, su fe traicionó.  

Agresivo, dolido, en un mundo ajeno,  
los ecos de un campo, se tornaron veneno.  
La medicina oscura, jugada sin par,  
en un sueño profundo, lo hicieron callar.  

Oh, viejo porfiado, tu esencia no muere,  
en cada recuerdo, tu amor nos enciende.  
El campo te llora, su hijo olvidado,  
la injusticia del tiempo, un duelo sagrado.  

Tu risa resuena, en el viento y la brisa,  
en los campos dorados, tu vida se eterniza.  
Por siempre en nuestros corazones guardaré,  
la historia del hombre que nunca se fue.