En la playa, donde la arena fina
se desliza bajo mis pies,
y el sol besa la espuma divina,
me rindo a vuestro hechizo, mis señoras.
Las olas, como seductoras,
me susurran secretos de amor,
y yo, un trovador enamorado,
les canto mis versos de luna, y de pasión.
Las mujeres, como diosas,
surgen de las olas, desnudas,
y yo, un mortal, me siento
cautivado por vuestra belleza, mis musas.
La luna, como una reina,
ilumina la escena, y yo,
un poeta, me dejo llevar
por la marea de vuestro encanto.
Así que aquí me quedo,
a vuestros pies, mis musas,
y les canto, y les sueño,
y las amo, sin cesar.
Un trovador enamorado